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Día Cinco. La primera lección.




        Cuando inicié esta obra (Desde el océano), apenas tenía experiencia como novelista. Se me agolpaban las ideas, los adjetivos, las descripciones...  Todo flotaba en mi cabeza creándose en ella un verdadero magma. Una sopa primigenia demasiado espesa donde bucear.
 Tras finalizar el primer borrador—hace ya veinte años— tuve un leve periodo de ansiedad. Un desasosiego transitorio producto de un extraño suceso:
Andrés Ruiz Segarra
Terminé de imprimir todas y cada una de las páginas emocionado de haber construido finalmente aquella novela tras cinco años algo interrumpidos de creación. Y descubrí, para mi malograda sorpresa, que la mayor parte de la historia no estaba. Sencillamente no la había escrito.
Aquella fue mi primera lección: sacar de mi cabeza todo ese magma, toda la historia, todos sus detalles, y transmitirlos al completo; hasta quedarme seco de ellos. Esa es ahora mi espada plateada, y estoy seguro de haberlo conseguido.
Desde el océano renace ahora de sus cenizas con un estilo literario más pulido, pero conservando las imperfecciones que la hicieron especial entonces, y que no he querido derribar.

Andrés.


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